Autenticación del usuario: de la seguridad a la experiencia

La doble autenticación, la biometría o la identificación del usuario son conceptos fundamentales en el mundo de los pagos, pero, ¿qué significan exactamente? ¿qué beneficios pueden aportar?

El próximo 14 de septiembre entrará en vigor la nueva normativa de pagos europea (PSD2), que tanto está dando que hablar entre los actores del ecosistema de los medios de pago. Ésta introduce importantes cambios que afectarán sin duda a la autenticación del usuario ante la realización de un pago con el objetivo de aumentar la seguridad de las transacciones. Para esto, la normativa establece la obligatoriedad de exigir al usuario una autenticación reforzada o SCA (Strong Customer Authentication), basada en el uso de dos o más factores para su identificación. Dichos factores podrán ser basados en el conocimiento (algo que el usuario sabe, como un PIN o una contraseña), la posesión (algo que el usuario tiene, como una tarjeta o un dispositivo móvil) o la inherencia (algo que el usuario es, como la huella o el iris).

En este último punto es donde entra en escena la biometría, un concepto del que ya se ha oído habar, pero aun novedoso y que reúne las características necesarias para evolucionar y convertirse, en un futuro cada vez más cercano, en la forma más utilizada de autenticación. El impulso de la biometría viene determinado por dos motivos fundamentalmente: la seguridad y la experiencia de usuario. Los elementos biométricos son difíciles de copiar, pues no se trata de una tarjeta que se pueda robar o una contraseña que pueda averiguarse fácilmente, sino de elementos inherentes a la persona que por lo general son intransferibles.

En cuanto a la experiencia de usuario, la biometría permite la fidelización del cliente gracias a una autenticación más rápida, contrarrestando así el efecto negativo que la doble autenticación obligatoria establecida por la PSD2 pudiese tener. Cuando el pago resulta prácticamente invisible, aumentan las posibilidades de que los clientes finalicen sus compras (sobre todo en el ámbito del comercio electrónico), e incluso de que las repitan gracias al recuerdo de una buena experiencia. Por tanto, la biometría resulta una tecnología fundamental, a la que los comercios deberán adaptarse paulatinamente mediante la integración de lectores biométricos que cumplan con todos los requisitos de seguridad.

Por otro lado, y más allá de esta autenticación general, encontramos el KYC (Know Your Customer), que permite la identificación del cliente de acuerdo a sus datos personales y financieros. Esta herramienta ofrece a los comercios la posibilidad de compilar y analizar documentos de identidad, verificar los datos contrastándolos con las bases de datos de terceros, crear una predicción sobre el patrón de comportamiento de los usuarios y monitorizar esos comportamientos para verificar si son coherentes. Todo esto permite minimizar el riesgo de fraude y, por tanto, aumenta la seguridad tanto para los clientes finales como para las entidades.

Como vemos, la seguridad y la experiencia de usuario impulsan las formas de identificación y autenticación, que evolucionan a gran velocidad, impulsadas por una legislación que trata de proteger al consumidor e impulsar la innovación. Por ello, José Luis Nevado, CEO y Fundador de Sipay Plus, pasarela de pagos especializada en soluciones para un pago seguro e invisible, señala la importancia de “mantenerse siempre alerta para detectar los cambios futuros que exige el mercado, la regulación y también los clientes, estar preparados para afrontarlos y convertir sus retos en oportunidades para crecer e innovar”.

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